Opinión
08/08/2008
Viviendo en San Borondón.
Barullo en Guaguas Municipales
"Creo que la cosa está clara si se trata de aprovechar sinergias y ahorrar algunas subvenciones duplicadas por prestar el mismo o muy parecido servicio en líneas necesariamente deficitarias".
José Fco. Fernández Belda Las Palmas de Gran Canaria
No estoy muy seguro de que si el algo más que globo sonda lanzado por Jerónimo Saavedra, en relación con la entrada de capital no estrictamente público en la empresa municipal de guaguas, no pretende ir rompiendo las históricas resistencias numantinas al cambio, reorganización y racionalización de costes, servicios y plantillas que existen en esa empresa.
Y hablando de resistencias a toda prueba, si el alcalde de Soria, el también socialista Carlos Martínez Mínguez, es capaz de cargarse lo que fue la ciudad celtibérica de Numancia, reducida a ruinas en el año 133 a.C. por los romanos, para construir allí una nueva zona industrial en esa misma provincia, ¿por qué Saavedra no va a poder resolver o minimizar, de una vez por todas, el grave problema económico que esta cruz amarilla le supone a la ciudad desde que, en su día, el Ayuntamiento decidió expropiar y municipalizar Jardineras Guaguas?
A pesar de todo, en las declaraciones del alcalde hay algo que, a mi juicio, convendría aclarar y poner todas las cartas boca arriba sobre la mesa. Desde luego y en principio, no veo ninguna razón lógica para que si hay capital privado que quiera apostar e invertir en un servicio público no pueda hacerlo y menos aún que se insinúe que eso es un atentado contra el bien común y la democracia. Como ya he expresado en algún otro artículo, creo que lo fundamental para el ciudadano es que se le oferte un buen servicio, con la calidad y el precio debido, y no que necesariamente hayan de ser funcionarios públicos los que lo presten.
No obstante, y dicho lo anterior, también es verdad que es muy sorprendente que haya personas o empresas que quieran arriesgarse a perder su propio dinero invirtiendo en una empresa altamente deficitaria y con pocos visos de mejorar, salvo que haya algún otro tipo de compensaciones que no se hayan explicado con claridad y que haga atractivo o conveniente esa inversión privada.
Es de sentido común que un servicio público de transporte de viajeros de esta naturaleza no tiene, ni tal vez pueda, ser rentable en todas sus líneas y frecuencias. En la cuenta de resultados es necesario introducir el valor del servicio social prestado y el interés público. No obstante, eso no debe hacer olvidar que el déficit real que se genere, en euros contantes y sonantes, lo tiene que financiar alguien. Las cosas, aunque sean necesarias, no son gratuitas.
Tampoco logro entender, menos aún en los que pretenden comparar Guaguas Municipales con Titsa, la oposición o reticencia a que participe en el accionariado de la primera, la empresa de economía social Global, máxime cuando esta última ha recibido en el año 2002 el premio a la Mejor Empresa del Año de España en la modalidad de Transporte Regular, que otorga la prestigiosa revista nacional Autobuses y Autocares para resaltar el trabajo de las operadoras del sector.
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