miércoles, 20 de abril de 2011
¿Hay que ser un "cabrón" para llegar a jefe (Director General)? Claves para detectarlos.
EL ECONOMISTA
Esta es una cuestión que preocupaba a Antonio Agustín y Sofía Delclaux y fruto de la cual nació su libro ¿Hay que ser un cabrón para llegar a director general? de la editorial Almuzara. En él a través de una serie de entretenidas entrevistas con máximos ejecutivos de grandes empresas, transmiten una visión "muy práctica, llena de experiencias y cientos de anécdotas" que permite dar respuesta a esta pregunta ¿es necesario ser mala gente?.
A pesar de que el puesto tenga objetivos y responsabilidades concretas como conseguir determinados resultados, existen diferencias entre ejercer de una manera u otra para ser buen directivo.
Según los autores, el director general que opta por ser cabrón está "guiado por su propio interés y por su carrera personal, sin preocuparse en absoluto por la de los demás, es decir, aprovecha su posición en exclusivo beneficio propio". Además, "no suele aportar soluciones, recibe problemas, marrones, que provienen de arriba o de abajo y se dedica simplemente a airearlos, circularlos o endosarlos a sus colaboradores", con lo que la del cabrón suele ser "una actitud altamente contagiosa que redunda en su propio beneficio".
Y aunque pueda sonar extraño, "no ser cabrón es una decisión difícil e incómoda" según este libro , aunque es "notablemente productiva tanto a corto como medio y largo plazo". El directivo no cabrón, consciente de que necesita la competencia de sus colaboradores, fomenta su autoestima y fortalece sus valores. Consulte el Encuentro Digital con los autores.
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