"LA REFORMA EXTENDERÁ LA CULTURA DEL MIEDO EN EL TRABAJO"
Pero el presidente de Microsoft estaba mal informado, ya que, en el cuarto trimestre de 2011, por primera vez desde la llegada de la monarquía parlamentaria, el peso en el PIB de las rentas salariales fue menor al de los beneficios empresariales, por tres motivos fundamentales: el desempleo, el recorte de sueldo en la administración pública y la muy extendida congelación salarial. De este modo, las rentas producidas por el trabajo cayeron, en el último trimestre de 2011, a su mínimo histórico (46% en relación al PIB) y, por primera vez, fueron inferiores a la suma de los beneficios empresariales, (46,2% del PIB), que siguen una tendencia al alza que va camino de cumplir dos años. Aunque se debe recordar que esa asimetría no es un fenómeno nuevo: en marzo de 2007, un informe llamado Desarrollo de los salarios y de los costes laborales en la zona euro, alertaba de que la participación de la masa salarial en el PIB había caído del 54,99% al 52,75% en el periodo entre 2000 y 2005.
Devaluación infernal
Un par de días antes de la visita de Gates, cientos de miles de personas habían marchado en las manifestaciones contra la reforma laboral, establecida en el Real Decreto ley 3/2012, de 10 de febrero. El articulado del Real Decreto explica que ésta se crea para “facilitar la adaptación de los salarios y otras condiciones de trabajo a la productividad y competitividad empresarial”. Como en el marco del euro no es posible devaluar la moneda para abaratar el precio de los productos, bienes y servicios destinados a la exportación, se abaratan costes (sí, el salario es entendido exclusivamente como un coste laboral), para que las empresas puedan “competir” en mejores condiciones en los mercados internacionales de bienes y servicios. Además, se toman otra serie de medidas, que afectan a la disponibilidad de las personas asalariadas con el objetivo de aumentar la productividad. Entre ellas, en esta última reforma del mercado de trabajo se han establecido normas relativas a la obligatoriedad de la movilidad geográfica en función de las necesidades de la empresa o la eliminación de las cláusulas que prohibían que se realizasen horas extraordinarias con un contrato parcial.
Ajustes en una sola dirección
La primera pregunta que hacemos a las fuentes consultadas sobre la devaluación competitiva es si funcionará. Daniel Albarracín, economista y sociólogo, explica que el discurso de la competitividad confía exclusivamente en dos factores: la mejora de la balanza comercial (el saldo que resulta de restar las importaciones a las exportaciones), a través de un incremento de las segundas y el aumento de las tasas de beneficio. Albarracín apunta varios problemas en esta lógica. El primero, que “la persecución de aumentos en la masa de beneficio, deprimiendo las rentas salariales, tienen como consecuencia una caída de la demanda y el consumo internos”, lo que no favorece a la recuperación, ya que el peso de las exportaciones es escaso en relación a la importancia de la demanda interna. Albarracín también señala que el modelo propuesto no es universal, de modo que no admite una salida conjunta, ni siquiera europea, a la crisis de demanda.
Por su parte, José María Zufiaur, del Consejo Económico y Social Europeo, explica que la devaluación interna será “competitiva” para el sector financiero pero “depresiva para la gran mayoría: en términos de desempleo, de renta, de emigración, de pérdida, de derechos y de prestaciones públicas”. En suma, explica Zufiaur, “la perspectiva de una baja demanda y de un raquítico crecimiento no es un contexto en el que pueda florecer ninguna devaluación competitiva. Más bien al contrario, lo previsible es una regresión de la competitividad del país”. Eduardo Gutiérrez Benito, economista del Gabinete Interfederal de la Confederación sindical de CCOO concluye que la reforma generará una estructura laboral, productiva y empresarial más endeble, menos productiva y con menos capacidad de poner productos y servicios útiles con demanda sostenida en el mercado.
Entonces, ¿por qué se escoge esa salida? “No hay nada parecido a ‘sacrificios compartidos’, no hay nada parecido a ‘interés de la economía española’; hay sacrificios de la gran parte de la población no rica y hay el interés económico de unas clases ricas cleptómanas y sin límite de codicia”, denuncia Daniel Raventós, economista y miembro del comité de redacción de la revista semanal Sin permiso. Zufiaur coincide con esta visión: “En realidad, más que pedir sacrificios, estamos ante una política que conduce a que seamos sacrificados”.
¿Qué definirá el mercado de trabajo tras la reforma?
“La estructura del mercado laboral después de la reforma quedará definida por la extensión de la cultura del miedo en el trabajo”, señala el economista Eduardo Gutiérrez Benito, que apunta a que se profundizará la tendencia actual a la radical individualización de las relaciones laborales. La interrelación de distintas partes del Real Decreto, augura un mercado laboral “salvaje”, a juicio de José María Zufiaur, miembro del Consejo Económico y Social Europeo, “con despido fácil y barato, negociación colectiva desmantelada, precariedad laboral generalizada, poder empresarial hegemónico cuando no omnipotente, gran debilitamiento sindical y desmembramiento de los mecanismos de regulación, negociación y conciliación”, detalla Zufiaur, quien cree que las movilizaciones en contra de la reforma “sin perjuicio de demandar una rectificación” se tienen que orientar a largo plazo, “lo inmediato para el sindicalismo no es el establecimiento de pactos de limitación de daños, sino la lucha por un modelo de sociedad diferente”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario