En este sentido, sostiene que nadie sospechaba hace un tiempo que América latina, un continente partido de arriba abajo, y marcado por la corrupción y los desequilibrios, podría salir adelante, sin embargo lo está consiguiendo, de forma que nunca antes ha estado ese continente tan dinámico como en la actualidad y destaca que si se está logrando dar ese salto es porque los pueblos se han movilizado, no han sido conformistas y han llevado a cabo sus pequeñas revoluciones, conquistando en la mayoría de los países la democracia, la justicia, la igualdad y la soberanía nacional.
El dirigente de izquierdas señala que para no derrumbarse ante la grave situación actual hay que mantener intacto un dogma y ciertas dosis de optimismo y añade que las cosas han cambiado radicalmente en los últimos cuatro años en Europa, donde las libertades han ido cayendo en favor de la dictadura de los mercados, y líderes intocables como Berlusconi, un auténtico sátrapa del neoliberalismo, han tenido que salir del poder por la puerta de atrás expulsado por el propio sistema que tanto ha defendido.
Reflexiona sobre el hecho de que los grandes líderes europeos estén perdiendo la confianza de los ciudadanos, como por ejemplo en Francia con Sarcozy, quien pierde una elección tras otra y a quien las encuestas vaticinan una derrota frente a los socialistas, pero es que igualmente le ocurre a Merkel en Alemania, completamente cercada por su propio partido y asegura que los pueblos europeos empiezan a darse cuenta de quienes son estos personajes que nos han metido en la grave situación en la que nos encontramos y lo dañino que es el neoliberalismo, por lo que asegura que o acabamos con él y perderemos todos los derechos conquistados durante siglos.
Sagaseta sostiene además que el neoliberalismo es el principal enemigo de la raza humana y de la propia naturaleza, por lo que es preciso acabar con él y pasar a un modelo más justo, equitativo y solidario, dicho lo cual recuerda que el expolio de la naturaleza no ha estado propiciado por ningún genio maligno, sino que es fruto de la dinámica natural del sistema capitalista que está obligado a generar beneficios y ganancias, para lo que no se detiene ante nada.
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