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"El catt con la FUERZA DE LA RAZÓN"

LOS ESPEJOS NO TIENEN MEMORIA 

Canarias7. Opinión. Sintel fue el principio

www.canarias7.es/articulo.cfm?Id=270778

1- La actuación de tres políticos fuera de circulación

A la orilla de este verano llegan todavía los rescoldos de la operación Sintel urdida por tres políticos en la actualidad fuera de circulación –Mauricio, Bonis y Angel Luis Sánchez Bolaños- en el invierno de 1999, seis meses después de haberle dado un golpe de muerte a La Caja de Canarias, desplazando por la vía del asesinato de imagen a los profesionales del negocio financiero, y entregándosela a sus propios placeres, vinculados con el pelotazo, los créditos blandos multimillonarios a amigos o posibles, vaciando la entidad de recursos propios y ajenos, abriéndole una vía de agua de tal calibre de la que nunca se recuperaría. Sintel supone el principio de una manera perversa de entender aquella Caja, ejemplo paradigmático de lo sucedido en la Nación con Caja Madrid, Bancaja, Novacaixa, Caja del Mediterráneo, CajaSur, y Caja de Castilla La Mancha, entre otras. El Banco de España, tampoco entonces, se percató de las desgraciadas consecuencias de la entrada de unos políticos gamberros en el consejo de administración de La Caja, consintiendo un desmadre que acabaría desprestigiándole.

Por entonces yo era el director de CANARIAS7 y a mí me tocó investigarlo y supervisar todos los detalles de un asunto con final en los tribunales y con el cese fulminante de Sánchez Bolaños en marzo de 2001, y la entrada en escena de Antonio Marrero y García Falcón, lo cuales aterrizaron en un solar sin apenas vida. A su favor: un esfuerzo denodado por devolverle a La Caja su antiguo esplendor sin éxito; en contra: no contar con ninguno de los profesionales de la etapa anterior, estigmatizados por los que orquestaron el golpe de junio de 1999.

El soplo me llegó a través de una simple llamada de un pequeño empresario del mundo de las telecomunicaciones, contacto que todavía sigo manteniendo. De ahí llegamos a la constitución de Indetelca, una sucursal de Sintel. En ese acto, firmado el 12 de febrero de 1999, comparecen Juan Antonio Casanova, Juan Carlos Casarrubio, José María Casas, y Rafael González Bravo de Laguna. Los tres primeros pertenecían a la estructura de Sintel, y el último representaba a la parte canaria, ordenada «políticamente» en casi todas las operaciones de la época con distintos empresarios en función de cada negocio, por José Carlos Mauricio. Posteriormente, González Bravo de Laguna, y Angel Ferrera, pasaron al consejo de administración, ocupándose de las decisiones ejecutivos los citados Casanova y Casarrubio, además del consejero delegado, Rafael Riera.

2- Una operación de «imaginación» desbordante

Sintel llamaba la atención por donde quiera que se la mirase. En los estertores del PSOE de Felipe González el que figuraba en la época como director de Telefónica, Cándido Velázquez, la vendió a Mastec, propiedad del líder anticastrista Mas Canosa, con domicilio en Miami. Velázquez, a cambio de 4.000 millones de pesetas, había logrado endosarle a Canosa una plantilla de 4.000 personas, sindicalmente muy bien organizada. Pero a la hora de la verdad ni Mastec pagó los 4.000 millones ni Telefónica cumplió con la parte que le tocaba de su trato: garantizar una cartera de pedidos por valor de 70.000 millones de pesetas. En 1997 Mas Canosa muere y Sintel entra en un proceso de despeñamiento empresarial, condenada a concluir  suspendiendo pagos.

En el momento intenso del verano de 1999 es sencillo concluir en qué estado se encontraban los directivos de Sintel: desesperados, ideando estrategias para reflotar la empresa. Algunos ejemplos: Sintel tragándose varias empresas de Mas Canosa con domiciliación en paraísos fiscales; fichajes de relevancia como Luis Chicharro, vicepresidente de Ibersuizas, hombre de confianza de aquéllas de Juan Abelló en la mayoría de sus negocios.

En realidad en diciembre de 1999 los hombres de Sintel dan tres golpes: en la caja mallorquina de Sa Nostra, en CajaCanarias, y en La Caja de Canarias, cada uno de ellos por decenas de millones de pesetas. Pero ninguno tiene la «calidad» ni la «imaginación desbordante» de la operación maquinada en La Caja de Las Palmas.

Veamos: Angel Luis Sánchez Bolaños «tenía» que abonar un crédito de 750 millones de pesetas a una entidad que se había comprometido a instalar en los hospitales Doctor Negrín, Hospital Insular, y Hospital de La Palma, un sistema de telefonía móvil y de televisión. El avalista era Sintel, una empresa, en manos de los herederos de un cubano, de la que todo el mundo sabía qué se iba directamente a estrellar contra las rocas de la quiebra… Todo el mundo menos los gloriosos responsables de la entidad bancaria.

3- El que permite el robo se querella contra los «ladrones»

La forma en que ¿Indetelca? logra el contrato entra directamente en los grandes capítulos del esperpento insular. Julio Bonis, consejero de Sanidad, en orden que firma ¡un día antes de cesar en el cargo!, debido a la convocatoria de elecciones autonómicas, resuelve otorgarle la concesión a… Sintel. No obstante, quien pide el crédito en La Caja es Indetelca, que técnicamente no había ganado la concesión. Demasiadas prisas, quizás.

Para llegar hasta aquí fueron necesarias antes dos reuniones y los consiguientes almuerzos. En el primero de ellos, celebrado en el restaurante La Trainera de Madrid, asisten por parte de Sintel los señores Casanovas, Casarrubios y Pedro José Novelas, director financiero de la empresa. Por la parte canaria: José Carlos Mauricio, conseguidor y principal cerebro de la toma de La Caja de Canarias en junio de 1999; el presidente colocado por él, Angel Luis Sánchez Bolaños; y el consejero de Sanidad, Julio Bonis. Si dijera que parecía una reunión entre comisionistas, probablemente me tendría que retractar; pero si digo que ninguno de ellos pertenecía al sindicato CCOO entonces no mentiría.

La segunda reunión tuvo lugar a la semana siguiente en Las Palmas de Gran Canaria en la sede de La Caja. Asistieron los mismos personajes menos Novelas. El enlace nupcial tuvo lugar en un conocido restaurante de la capital.

En enero de 2001, un año después de que La Caja le hubiese «regalado» a unos presuntos delincuentes 750 millones de pesetas, estalló el escándalo, publicado por CANARIAS7 el domingo 21 de enero de 2001. Dos meses después, en una de las clásicas piruetas mauricianas, el político de CC declara en La Provincia que el “único responsable” del “caso Sintel” es Angel Luis Sánchez Bolaños, el cual había pactado la concesión del crédito «en un restaurante de Madrid».

Mauricio, maestro del escapismo y de la manipulación, le demuestra a Sánchez Bolaños quién es el jefe y quién es el vasallo. Considera que el caso «tiene una vertiente penal clara», que «es un escándalo político», que «es la gota que colma el vaso de una gestión (la de Sánchez Bolaños) sin el rigor y la responsabilidad necesarias al frente de La Caja» –o sea, que él pasaba por allí-. Y añade a continuación: «Es una etapa terminada y fracasada (la de ALSB en La Caja), hay que volver al modelo de un director general y de un presidente institucional» –vaya: pasaba por allí pero se quedaba al mismo tiempo para vigilarlo todo, incluso ordenar el cese de Sánchez Bolaños y el nombramiento de Marrero/García Falcón-.

Días después, a punto de finalizar marzo, todo lo «profetizado» por Mauricio se cumplió: cese de ALSB, entrada de Marrero y García Falcón. En su despedida el comité de empresa, gran cómplice del presidente saliente, como lo fue en la caída del equipo anterior, y en la degeneración subsiguiente de La Caja, soltó una perla para la Historia: «Rechazamos que la institución se use para pactos políticos» (¿no estaban por allí danzando de la alegría el día en que los políticos se hicieron con el control de la entidad?). Sánchez Bolaños se guardaba un mojón el día de su entierro: presentar una querella contra Indetelca, obligado por las apariencias y seguramente por el deseo de trasladar a otros el «compromisos» de muchos. Lo cierto es que Indetelca no tenía capacidad en sí misma para sacar 750 millones de La Caja. Precisaba el permiso de la máxima autoridad, y esa autoridad era el denunciante. Más esperpento insular.

4- ¿Debe archivarse lo que claramente fue una maquinación para delinquir?

En otro escenario. ¿Cumplió Indetelca con el pliego de condiciones e instaló los teléfonos y la televisión en los hospitales referenciados? Nunca, ni la menor intención. Engañó al Gobierno o el Gobierno se dejó engañar. El Ejecutivo, ante el descaro de la estafa, debía de haber puesto una querella por su cuenta contra Sintel, el verdadero padre de la deforme criatura. ¿Pero cómo hacerlo si Julio Bonis figuraba en el gabinete, Román Rodríguez iniciaba sus primeros pasos tutelado por Carmelo Ramírez –otro de los cerebros de la desertización de La Caja-, si una persecución penal del delito hubiera significado una pelea brutal dentro del seno de Ican con resultados posiblemente demoledores para el entonces presidente?

Posteriormente el caso ha tenido múltiples ramificaciones. Querella contra Sintel, empresa que embarrancó seis meses después como se había pronosticado, con juicio celebrado el año pasado… En cuanto a la denuncia de Sánchez Bolaños también ha vivido distintos avatares en diversos juzgados. El asunto llegó a archivarse y, posteriormente, Bankia, que ya había engullido a la Caja de Canarias, presentó recurso en contra de la resolución judicial. El trámite se ventila ahora en un juzgado de Las Palmas de Gran Canaria. La Justicia tiene aquí una oportunidad de oro para colocar a cada cual en su sitio, pero sobre todo para ejemplarizar en sede judicial la aversión de la sociedad a este tipo de  delitos que la desangran, y que son los que a la postre han terminado arruinando España.

Aquello se parece mucho a un robo efectuado desde dentro. Y si la justicia escarba encontrará material de sobra. No pueden ni deben irse de verbena los que tanto daño irreparable han causado.

Sólo adelanto un dato: entre julio de 1999 y junio de 2000, ALSB, en nombre de todos los que lo instalaron, concedió 154.000 millones de pesetas en préstamos, leasing, avales, descuentos, cuentas de crédito, crédito documentario y participación en capital. Cualquiera que analice bien cada uno de los créditos se percatará de que todos aquellos que formaron parte de la conspiración para liquidar a los profesionales de la Caja fueron premiados generosamente en sus respectivos negocios. Y que la parte magra se utilizó para operaciones especulativas, de las cuales, algunas, salieron rematadamente mal. Sintel fue el principio del horror actual.


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