"El catt con la FUERZA DE LA RAZÓN"
«Construir infraestructuras públicas siempre es beneficioso, es una inversión.» Esta quizás sea una de las frases más repetidas por los políticos y aceptada por la mayoría de la sociedad. Sin embargo, desde carreteras sin automóviles hasta aeropuertos sin pasajeros, España es un claro ejemplo de destrucción de capital construyendo unas instalaciones que no sirven para nada, que han sido pagadas con el dinero de los contribuyentes y solo han sido útiles para engordar los bolsillos de algunos.
En Canarias, son muchas las obras públicas que se han hecho de esta forma, pero si hay una que es un auténtico disparate es la del tren que conectará Las Palmas de Gran Canaria con Maspalomas. La realidad es que la mayoría de las que se construyen en otros países se realizan de forma distinta, pues para que realmente sean un servicio tienen que ser un negocio. No se pagan con dinero público, lo que hace que el inversor no se aventure en llevar acabo aquellas que no sean rentables, es decir, beneficiosas para el conjunto de la sociedad. Además, si los inversores se equivocan en sus cálculos son ellos los que internalizan las pérdidas y no los contribuyentes como sucede aquí.
Alguno podría pensar que un tren en Gran Canaria será fantástico y que si de entrada no es productivo y hay que subvencionarlo no pasa nada, pues es una infraestructura que está ahí para el futuro. Sin embargo, este planteamiento ni está teniendo en cuenta la cantidad brutal de dinero que se desperdiciaría para realizar y mantener algo que sería improductivo ni la cantidad de sanas inversiones que se harían y crearían riqueza si ese capital se quedase en el bolsillo de los ciudadanos.
Un claro ejemplo de mala gestión es la inmensidad de kilómetros de AVE que se han realizado. Mientras en Francia se abandona el tren como medio de transporte aquí seguimos malgastando dinero en estas infraestructuras. Por ejemplo, recientemente, la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ha concluido en un informe que «España no debería haber construido ninguna línea de AVE», pues ha sido una de las peores inversiones públicas de nuestro país. Es más, al igual que pasará con el tren en Gran Canaria, compañías privadas que hacen el servicio eficientemente hoy se han visto perjudicadas.
Un tren en Gran Canaria podría funcionar si tuviéramos muchísima más población de la que hay hoy y, en especial, más concentrada, pero en ese caso no habría que emplear un solo euro público, pues habría inversores dispuesto a construirlo. No obstante, ese incremento de población desgraciadamente no va a suceder mientras seamos una de las regiones con más impuestos, regulaciones y subvenciones del mundo.
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