sábado, 12 de octubre de 2013
UGT y CCOO ingresaron 500 millones de los que falta justificación y en algunos casos están ligados a escándalos.
EL ECONOMISTA
La implicación de UGT y CCOO en escándalos de corrupción y falta de transparencia sobre el dinero público que reciben es contraria a los intereses que dicen defender. Sin embargo, la generalización de este tipo de comportamientos indica un alto grado de degradación moral y la falta de valentía de los dirigentes de estas instituciones para acabar con la corrupción que se viene detectando hace años.
Desde 2003, CCOO y UGT han ingresado 500 millones sin que después hayan aclarado su destino. De la cantidad total ingresada por las centrales en la última década, unos 108 millones corresponden a asuntos directamente ligados a la corrupción, como el caso Forcem, que también afectó a la patronal, el cobro de facturas falsas a la Junta de Andalucía o el escándalo de los ERE en esa misma comunidad.
El resto del dinero, unos 400 millones corresponden a ingresos legales, pero en absoluto justificados, como es qué se ha hecho y qué utilidad se ha dado a los cursos de formación a parados -algunos de ellos totalmente estrafalarios-, o el dinero que se percibe en asesoramiento por los ERE que gestionan. Esta falta de claridad hace sospechar que se usan como pantallas para obtener dinero público.
La conclusión es el descrédito generalizado de los sindicatos entre los propios trabajadores y la opinión pública. No sirve el argumento de sus dirigentes de que hay una conspiración contra ellos. Los sindicatos deben jugar el papel relevante en la economía y el mercado laboral que les reserva la Constitución, pero es imposible que lo hagan si amparan a los corruptos, no son más transparentes con el dinero público que reciben y si no optan por subsistir con las cuotas de sus afiliados, por las que obtendrían más ingresos si fueran más creíbles.
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