miércoles, 29 de octubre de 2014
El gesto del conductor responde a la indiferencia de los viajeros, a los que debe llamar la atención para poder continuar el viaje.
"El catt con la FUERZA DE LA RAZÓN"
Por JULIO ANDRÉS CAPEY / CANARIAS-SEMANAL.ORG.- Lo que tendría que considerarse un acto de natural y cívica conducta, ha terminado por convertirse en todo un acontecimiento, gracias a un vídeo que ha causado "furor y debate" en Youtube.
Se trata de un hecho captado por la cámara de un autobús público de Chile, donde se aprecia al conductor del vehículo ceder su asiento a una mujer que viajaba con un bebé en brazos.
El gesto del conductor responde a la indiferencia de los viajeros, a los que debe llamar la atención para poder continuar el viaje.
El hecho no es una anécdota cualquiera. Muestra "la normalidad" de la ideología individualista que nos relega a la soledad y a la insignificancia social. Su importancia rebasa, por lo tanto, los asombros que pueda generar en la red y nos llama a la reflexión.
El significado del comportamiento de los pasajeros del autobús hunde sus raíces más profundas en el sustrato social de donde surge: la sociedad de clases capitalista.
En la sociedad capitalista todos se encuentran atrapados en sus relaciones, encadenados a ellas, conscientes o no de su capacidad para reproducir el pensamiento dominante. No se libran ni los contratados por un salario, a los que la competencia no les permite poner nada más de sí mismos que no sea su fuerza de trabajo y les conmina a considerar a sus iguales como a rivales a los que debe derrotar.
Por ello, nuestro llamamiento a la reflexión sobre esta escena del autobús no debe conformarse con reproducir los términos manidos del "sentido común": La falta de civismo o la compasión del "individuo responsable" pero tremendamente solo en nuestros días.
Y es que el civismo puede esconder un comportamiento hipócrita y la compasión se tiene siempre con los cercanos, mientras que el capitalismo tiene a situar muy lejos a los otros. En una sociedad fragmentada, atomizada, se tienen pocos cercanos.
En una sociedad donde prevalece la mercancía y la sobrecosificación (reificación) de las relaciones humanas, es "natural" que se reproduzcan sucesos como el mostrado en el vídeo, como resultado de la presión que produce la competencia que le es consustancial.
Les propongo, en todo caso, mirar el hecho atendiendo al "debate y el furor" que ha provocado. ¿Por qué un episodio así genera polémica y respuestas vehementes? Porque el hombre y la mujer se resisten a ser cosificados hasta el alma. Y es entonces cuando salta, cuando palpita lo que aún se ha salvado y la reserva de conciencia de grupo que sobrevive en una especie esencialmente social.
Es una manifestación de la anomia (*) que los sociólogos suponen como un síntoma del "colapso de gobernabilidad que nos arrastra en una tendencia desbocada y nos envuelve a todos: "Si todo mundo lo hace, ¿por qué yo no?".
Cambiemos de lenguaje, desatendamos el" sentido común" y conformemos el "buen sentido" solo inmanente a una sociedad solidaria y de auténticos seres humanos libres.
Entre tanto llega el cambio revolucionario, que no es fácil de lograr, preparémonos intelectualmente. Dejemos la desconfianza hacia el otro y reeduquemos nuestras emociones. La historia del autobús es verdadera no porque la veamos con nuestros propios ojos, sino porque dibuja una solución que, aunque no acabemos de comprender, está implícita en la reacción del conductor: romper el ciclo de reproducción de este sistema que nos reduce y aniquila los mejores rasgos de la humanidad.
(*) El término anomia se emplea en sociología para referirse a una desviación o ruptura de las normas sociales, aunque no de las leyes.
VÍDEO:
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