miércoles, 26 de marzo de 2014
"Saqueo fiscal sin cuartel contra las clases medias"
"El catt con la FUERZA DE LA RAZÓN"
EL ECONOMISTA
Es harto común atribuir los problemas presupuestarios de España a una merma de los ingresos fiscales. Día tras día escuchamos que nuestro insostenible déficit público no se debe a que gastemos demasiado, sino a que apenas ingresamos.
El mantra se repite a pesar de la gigantesca carga que soportamos los españoles merced al indisimulado expolio impositivo perpetrado por José Luis Rodríguez Zapatero y, sobre todo, por Mariano Rajoy. No en vano, en 2012 la recaudación por impuestos representó el 33,6% del PIB; idéntico nivel al exhibido en los años previos a la burbuja financiera e inmobiliaria (entre 2000 y 2002, los ingresos fiscales promediaron un 34%).
Históricamente el Estado español ha ingresado unas cantidades similares a las actuales y no ha amasado unos déficit tan monstruosos como los recientes (el déficit medio entre 2000 y 2002 fue del 0,5% del PIB frente al 7% actual). Una primera línea de defensa de los partidarios del hiperestado pasa por apelar a los gastos extraordinarios de la crisis: presuntamente, los pagos por desempleo e intereses se habrían disparado con la recesión, lo que explicaría el desequilibrio de las cuentas públicas.
Sólo hay un problema: los pagos por intereses entre 2000 y 2002 ascendían al mismo monto que ahora (el 3% del PIB) y los desembolsos por desempleo sólo eran 1,5 puntos sobre el PIB menores. Desde luego, un incremento del gasto de 1,5 puntos no explica un aumento del déficit de 6,5 puntos.
Su segunda línea de defensa, empero, consiste en argumentar que, históricamente, España ha recaudado muy poco en comparación con el resto de Europa, motivo por el cual deberíamos proceder a elevar todavía más los impuestos. A la postre, los ingresos fiscales medios de la Unión Europea en el año 2012 fueron del 40,6%, siete puntos porcentuales más que la española y justo lo que necesitaríamos para acabar con el déficit.
Claro que postular que los impuestos que soportan los españoles deben crecer entre un 15 y un 20% con respecto a sus niveles actuales no parece una propuesta muy entusiasmante para los ciudadanos. De ahí que este sablazo tributario se haya camuflado de populismo fiscal: se nos suele decir que quienes soportarían el grueso de esa nueva carga impositiva no sería el ciudadano corriente, sino los ricos, las empresas y los evasores fiscales; es decir, otros.
Mas, de nuevo, nos topamos con un problema. Las cuentas de estos propagandistas del estatismo no cuadran por ningún lado. Tomemos como referencia uno de los países preferidos por los partidarios del Estado de Bienestar: Finlandia. Este país nórdico posee una carga fiscal 10 puntos sobre el PIB superior a la española.
¿Y quién la paga? ¿Los ricos? No, ni mucho menos: 9,7 de esos 10 puntos extra de recaudación provienen, por un lado, de mayores impuestos indirectos (la recaudación por imposición indirecta es en Finlandia 3,7 puntos sobre el PIB superior a la española) y, por otro, de un mayor IRPF (6 puntos sobre el PIB superior). En Sociedades, por el contrario, se recauda prácticamente el mismo importe que en España.
Todos coincidiremos en que la tributación indirecta carga las tintas sobre los ciudadanos corrientes: en Finlandia, por ejemplo, el tipo general del IVA es del 24%. ¿Es ése el objetivo? ¿Subir el IVA en España al 24% para evitar el recorte del gasto público? Acaso quieran hacernos creer los defensores del hiperestado que la clave de la recaudación finesa se halla no en el IVA, sino en un IRPF mucho más progresivo que el español: si en Finlandia recaudan más, nos dirán, es porque los ricos pagan mucho más sobre su renta. Nuevamente falso.
Tanto en Finlandia como en España, el 75% de la población con menos renta proporciona el 35% de la recaudación por IRPF y el 10% más rico, cerca del 35% (en ambos casos, asimismo, el 1% con mayor renta contribuye con el 10% de la recaudación total). La progresividad recaudatoria del IRPF español y del IRPF finés es prácticamente calcada.
¿Dónde está entonces la diferencia? Pues en que los tipos efectivos que soportan las clases medias en Finlandia son muy superiores a los que soportan en España. En general, todos los tramos de renta (incluidos los más bajos) pagan unos tipos efectivos 4 puntos superiores a los españoles. Sólo hay una excepción: el 10 por ciento de los fineses con más renta paga sólo entre 1 y 2 puntos más que sus pares españoles.
Para colocar el IRPF español al nivel de Finlandia, el ciudadano corriente -y no el superrico- tendría que pagar mucho más que ahora. En definitiva, quienes se niegan a reducir gasto público defendien -consciente o inconscientemente- un saqueo fiscal sin cuartel contra las clases medias. Ése, y no otro, es el modelo europeo. Pero no se dejen engañar: el camino hacia la prosperidad no pasa por entregarle toda su renta a Rajoy o a Rubalcaba.
El camino a la libertad y a la prosperidad pasa por reducir muy significativamente la exacción tributaria, transitando del Estado de Bienestar a la sociedad de bienestar. Eso es justamente lo que defiendo en mi nuevo libro, Una revolución liberal para España: sustituir todo el sistema tributario español por un impuesto sobre la renta (o sobre el gasto) de, como mucho, el 6%. No al expolio fiscal que propugnan los epígonos del estatismo ultramontano.
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